El procomún: breve y claro (por David Bollier)

traducido por Andrés Delgado-Ron

Siempre trato de descubrir cómo explicar la idea del procomún (usualmente referido como “bienes comunes”) a los recién llegados, a quienes les resulta difícil comprender. En preparación para una charla que di en el Foro de Caux para la Seguridad Humana, cerca de Montreux, Suiza, se me ocurrió una visión bastante breve, que he copiado a continuación. Creo que llega al meollo de las cosas.

El procomún es…

  • Un sistema social para la administración a largo plazo de los recursos que preserva los valores compartidos y la identidad de la comunidad.
  • Un sistema autoorganizado mediante el cual las comunidades gestionan los recursos (tanto agotables como renovables) con una dependencia mínima o nula del mercado o el Estado.
  • La riqueza que heredamos o creamos juntos y que debemos transmitir, conservada o mejorada, a nuestros hijos. Nuestra riqueza colectiva incluye los dones de la naturaleza, la infraestructura cívica, las obras y tradiciones culturales, y el conocimiento.
  • Un sector de la economía —¡y de la vida!— que genera valor de maneras que a menudo se dan por descontadas y que a menudo ponen en peligro el Estado-Mercado.

No existe un inventario maestro del procomún porque un procomún surge cada vez que una comunidad determinada decide que desea administrar un recurso de manera colectiva, con especial consideración por el acceso equitativo, el uso y la sostenibilidad.

El procomún no es un recurso. Es un recurso más una comunidad definida más los protocolos, valores y normas ideados por la comunidad para administrar sus recursos. Muchos recursos deben gestionarse con urgencia como procomún, como la atmósfera, los océanos, el conocimiento genético y la biodiversidad.

No hay procomún sin procomunar: las prácticas y normas sociales para administrar un recurso para beneficio colectivo. Las formas de procomunar varían naturalmente de un procomún a otro porque la humanidad misma es muy variada. Y entonces no hay una “plantilla estándar” para los procomunes; simplemente “afinidades fractales” o patrones y principios compartidos. El procomún debe ser entendidos, entonces, como un verbo y como sustantivo. El procomún deben estar animados por la participación de abajo hacia arriba, la responsabilidad personal, la transparencia y la responsabilidad de autocontrol.

Uno de los grandes problemas no reconocidos de nuestro tiempo es el cercamiento del procomún, la expropiación y comercialización de recursos compartidos, generalmente para obtener ganancias del mercado privado. El cercamiento se puede ver en el patentamiento de genes y formas de vida, el uso de derechos de autor para encerrar la creatividad y la cultura, la privatización del agua y la tierra y en el intento de transformar el Internet abierto en un mercado cerrado y propietario, entre muchos otros recintos.

El cercamiento se trata de despojo. Privatiza y mercantiliza los recursos que pertenecen a una comunidad o a todos, y desmantela una cultura basada en el procomún (coproducción igualitaria y cogobernanza) con un orden de mercado (relaciones y jerarquías entre productores y consumidores basados ​​en el dinero). Los mercados tienden a tener  compromisos blandos con las localidades, culturas y formas de vida; sin embargo, para el procomún estos son indispensables.

El procomún clásico existe a pequeña escala y se centran en recursos naturales; se estima que dos mil millones de personas dependen de los bosques, la pesca, el agua, la vida silvestre y otros recursos naturales para su subsistencia diaria. Pero la lucha contemporánea de los procomuneros es encontrar nuevas estructuras de leyes, formas institucionales y prácticas sociales que permitan a diversos tipos de procomún trabajar a mayores escalas y proteger sus recursos del cercamiento del mercado.

Las redes abiertas son una infraestructura de alojamiento natural para el procomún. Ofrecen espacios accesibles y de bajo costo para que las personas diseñen sus propias formas de gobierno, reglas, prácticas sociales y expresión cultural. Es por eso que Internet ha engendrado tantos bienes comunes robustos y productivos: software libre y de código abierto, Wikipedia y innumerables wikis, más de 10.000 revistas académicas de acceso abierto, el movimiento de recursos educativos abiertos (REA), el movimiento de datos abiertos, sitios para arte colaborativo y cultura, Fab Labs que combina diseño global con producción local, y mucho más. Sin embargo, en una época de plataformas de red impulsadas por el capital como Facebook, Google y Uber, el procomún digital debe tomar medidas afirmativas para proteger la riqueza que genera.

Se necesitan nuevas formas y prácticas de procomún a todos los niveles, local, regional, nacional y mundial, y se necesitan nuevos tipos de federación entre procomuneros y vínculos entre los distintos niveles de procomuneros. Se requiere especialmente de procomuneros transnacionales que ayuden a alinear su gobernanza con las realidades ecológicas y servir como una fuerza para la reconciliación a través de las fronteras políticas. Por lo tanto, para actualizar el procomún y disuadir los cercamientos del mercado, necesitamos innovaciones en el derecho, las políticas públicas, la gobernanza basada en el procomún, la práctica social y la cultura. Todos estos manifestarán una visión del mundo muy diferente de la que prevalece actualmente en los sistemas de gobernanza establecidos, en particular aquellos del Estado y el Mercado.


Esta traducción es una obra derivada del artículo original “The Commons, Short and Sweet” publicado en inglés por David Bollier bajo licencia CC-BY 3.0


Nota del traductor: Se prefiere el uso del término “procomún” a “bienes comunes” debido a que el procomún engloba los bienes comunes, la comunidad asociada y sus formas de gobernanza. Los términos relacionados se han derivado del mismo.

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